Además, no solo se construyen más barcos; sino que se construyeron cada vez mayores. El mayor navío de contenedores del mundo, el MSC Oscar, tiene 395 metros de largo (el equivalente a 14 canchas de baloncesto) y puede llevar en contenedores casi 160 millones de pares de zapatos. El anterior poseedor del título de gigante de los mares, el CSCL Globe, solo lo había ostentado durante un mes y medio.
El objetivo de los megabarcos es generar economías de escala. "Cuanto mayor es el tamaño, menores los costes por contenedor", apunta Marcos Eduardo Hansen, director de Maersk Line para España y Portugal.
Pero en esta industria, no todo son ventajas. En una prueba de lo arriesgado que puede llegar a ser el sector, las autoridades chinas se negaron a aceptar barcos tan grandes en sus puertos. Por tanto, los grandes barcos, si bien pueden reducir el precio de la carga transportada, llevan aparejados ciertos riesgos debido a su tamaño.
Las compañías de contenedores tienen bajos márgenes, y el nivel de inversiones es elevado. Junto con la crisis, surgió el problema de cómo llenar los megabarcos; sobre todo en los trayectos de vuelta. Una forma de ganar rentabilidad son las alianzas con otras compañías; cuando no son posibles, la consolidación sigue de la forma más convencional: fusiones y adquisiciones.
Es un sector en constante cambio, que se tiene que adoptar a los nuevos desafíos que se vayan dando, debido a que la vida útil de un barco está entre los 25-30 años. También el auge de las energías renovables y la necesidad de reducir gases de efecto invernadero están cambiando el sector.
A pesar de todos estos problemas, el sector naviero es muy importante y lo seguirá siendo, aunque deberá estar en constante desarrollo y adaptación a los nuevos retos que surjan.
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